La sociedad puertorriqueña a traviesa por uno de sus peores momento ya que estamos clasificados como el tercer país más violento (Nuevo Día, 21 de abril de 2006). La delincuencia juvenil, abuso de sustancias controladas y deserción escolar están íntimamente ligadas al deterioro social que vivimos a diario, así como al rezago del potencial económico del país. Muchos de los protagonistas de este mal social son personas que padecen trastornos del aprendizaje, conductuales o emocionales. El perfil de la población correccional sentenciada hasta el 2003 revela que más del 50% de los confinados posee una educación menor al 9no grado y presenta historial de abuso de sustancias controladas y trastornos de salud mental.
Para el 2005 había matriculados en las escuelas públicas del país 526,076 de los cuales 87,593 pertenecen al Programa de Educación Especial. Además señalan que durante el año 2005, 26,055 estudiantes no fueron promovidos de grado y 3,139 estudiantes presentan dos años o más de fracaso en el mismo grado. Las estadísticas más recientes del Departamento de Educación revelan que cerca del 40% de los estudiantes del sistema público son desertores escolares.
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